Una amenaza muy seria a la seguridad democrática regional En medio del desastre causado por la falta de prevención ante la recurrencia del fenómeno de El Niño, una amenaza mayor se cierne sobre el Perú y toda la región. El régimen dictatorial de la marioneta cubana (aunque luego reculó por causas aún inciertas) decidió quitarse la traslúcida máscara democrática y dió un golpe cerrando el Congreso. Más allá del estéril ejercicio de comparar las semejanzas y las inmensas diferencias con el entorno del autogolpe de Alberto Fujimori hace 25 años, que obsesivamente entretiene a un sector de la prensa y a los troles a sueldo, debiéramos preocuparnos de indagar las causas de la medida y sus objetivos. O nos anticipamos en el imprescindible análisis de escenarios o nos acaba tomando por sorpresa una amenaza muy seria sobre la seguridad democrática regional. Ingredientes sobran:
- Es evidente el nivel de confrontación entre Diosdado Cabello y Maduro, que puede desencadenar una guerra civil entre el ejército y milicias cubanas.
- Tareck El Aissami, vicepresidente y voceado sucesor de Maduro, es un conocido amigo de Hezbollah y del gobierno de Irán. Fue sancionado hace unas semanas por el Tesoro de los Estados Unidos por colaborar con el tráfico de drogas y el terrorismo internacional.
- Trump parece decidido a tomar el toro por las astas, dejando de lado la política de “ocultamiento” del riesgo que supone la política expansionista de Hezbollah e Irán para las democracias occidentales. Pero históricamente la inteligencia de los Estados Unidos, aún detectando con precisión un problema, suele fallar en el diagnóstico al intentar explicar las causas, y por lo tanto acaban siendo proclives a errar en la propuesta solución. Si intentaban replicar la exitosa maniobra previa a la invasión de Sicilia (alianza con la mafia local) es muy probable que la maniobra haya sido descubierta por La Habana y hayan intentado adelantarse.
- Rusia podría estar ansiosa de replicar el dolor de cabeza Sirio en el vecindario americano, para forzar a EE.UU. a sacar las manos de su área usual de influencia, originando un tremendo y prolongado dolor de cabeza regional de alcances impredecibles.
- A estas alturas, nadie medianamente inteligente duda de que las manos del titiritero que maneja al gobierno venezolano (y en distinta medida a sus satélites) están en La Habana, vieja agencia de inteligencia que, ante la caída de la URSS, movió más al oriente su esfuerzo comercial.
- Cuando el Foro de Sao Paulo (bajo la bendición de Lula) generó la Coordinadora Continental Bolivariana sentó por primera vez en la mesa a todos los grupos violentistas de Latinoamérica (SL, MRTA, y movimiento etnocacerista incluidos), quienes bajo el patrocinio de Caracas contactaron también con Irán.
- Uno de los pilares de la ofensiva bolivariana ha sido el corrupto socialismo brasileño, hoy golpeado por el terremoto Odebrecht-Camargo-OAS. Esto ha forzado a buscar plan B (si no fue deliberada la demolición moral de los partidos y las democracias latinoamericanas por el destape de la corrupción que desde Brasil indujeron).
- Una medida como el cierre del Congreso venezolano, solo puede obedecer a la lógica de dar el primer paso para evitar algo o para deliberadamente adelantar acontecimientos. Me explico, si había una rebelión militar nacionalista en gestación, pueden haber decidido adelantarse e incluso gatillar el inicio de una guerra civil antes de que el bando adversario tome posiciones de ventaja. Abonan esta hipótesis las detenciones de militares el día de ayer.
- Sea cual sea la razón, es muy probable que el endurecimiento produzca un éxodo masivo de refugiados, lo que facilita enormemente la infiltración de agentes de inteligencia y saboteadores.
Así, el mega-Niño Costero puede acabar siendo el menor de nuestros problemas. Lee el artículo original en El Montonero.